Sí, sí habéis leído bien, no es un bote de cocina, sino un bote en la
cocina!.
Imaginaos por un momento ser los afortunados que van a pasar las
vacaciones en esta casa, en un pueblo de pescadores con el gusto de
poder disfrutar tanto del mar como de ensenadas inmensas junto a la costa para pasear, ir en bicicleta o simplemente salir de pic-nic.
Esta cocina de estilo coastal tiene el encanto de las cocinas de antaño
aunque actualizado, con unos muebles preciosos y un suelo de madera de barco
pulido espectacular. Pero si el equipo de diseñadores se hubiera quedado en
eso, sería una entre muchas con esos elementos tan comunes en las casas con sabor a mar.
Más allá de los armarios a medida, un zócalo alto espléndidamente
colocado acorde con el resto de la carpintería y un frente de azulejos de
cristal en un verde aguamarina que me encanta, quisieron reproducir el mar en el
interior de la casa, en stricto
sensu. Y cómo no! Si la casa no puede ir al puerto, el puerto viene a casa.
Pensar en una isla en forma de bote de remos, colocar encima unas lámparas
industriales que reproducen las poleas de recogida de las redes y unos
taburetes íntegramente confeccionados con idéntica madera al suelo, es de una
audacia que no influye, sino determina, el resto de la decoración.
Esa pieza central es el eje de toda la cocina y deja en segundo plano
otros detalles decorativos que bien valdrían por si mismos una mención
especial: el juego de volúmenes, la espectacular pared de piedra de la derecha,
las molduras que se reproducen en los muebles y en el techo y el banco de obra,
en piedra y pizarra, me parecen preciosos.
Es de esperar que el espacio que se intuye a la derecha sea un office en el que pasar largas veladas en animada conversación con la familia o los amigos.
Es de esperar que el espacio que se intuye a la derecha sea un office en el que pasar largas veladas en animada conversación con la familia o los amigos.