viernes, 12 de agosto de 2016

LA CASA DEL PUEBLO

Otra de las opciones para las vacaciones, que sólo algunos tendrán la suerte de poder realizar, es pasarlas en la casa familiar del pueblo. 
Los que ya vamos teniendo una cierta edad, recordamos con especial cariño esos veranos infantiles en los que esperabas con ansia la llegada del solsticio de verano para que tus padres te mandaran unos días, con suerte semanas, a la casa del pueblo dónde habían nacido tus abuelos. Esa casa que había heredado una parte de la familia, justo la que se había quedado sin emigrar a la ciudad, bien en usufructo, bien por renuncia del resto de los hermanos.
Aprender a montar en bicicleta, pelearse a pedradas con los chicos del pueblo, caerse y aparecer con las rodillas peladas, ir a buscar renacuajos a balsas y riachuelos, coger fruta subidos a los árboles, cuidar de los animales... esas eran las actividades más comunes de los niños en vacaciones.
Tener una casa en el pueblo despierta sensaciones dispares. Muchas personas no quieren ni oir hablar de ella y la dejan sin habitar durante años para malvenderla al final a personas a las que la vida en el campo, lejos de las ruidosas ciudades, les parece una buena opción para pasar los veranos en familia. 
Mi consejo es que, tanto si compráis una casa de pueblo, como si la tenéis en propiedad, no dejéis de cuidar su decoración. Nada peor que pasar los veranos en una casa, que decoró alguien hace muchísimo tiempo, en la que os sintáis huérfanos de estilo. Hacer que la casa reviva hará que os enamoraréis de ella y la convertirá en vuestro más preciado tesoro.
Desde hace unos años la corriente retro está en boga en interiorismo, marcando tendencia en los baños: bañeras románticas en hierro fundido, lavabos de pie o senos murales de estaciones de ferrocarril, griferías que evocan tiempos pasados, vitrinas utilizadas antes en comedores o cocinas, accesorios de cristal, cajas de madera...
Baste como muestra este baño que conserva los elementos originales, suelo hidráulico, altas puertas, lavabo mural y una magnífica tinaja de piedra, a los que se han añadido detalles que le confieren ese toque actual especial: la papelera metálica, los focos del techo y ese bidón de cartón prensado, reciclado seguramente de alguna función agraria.
Las vacaciones pasan tan rápido que vale la pena que la casa que nos acoge nos lleve a la mente los mejores recuerdos, contemplando objetos que asociemos a la felicidad.

Via: Country Living

martes, 2 de agosto de 2016

UNA CAMA EXTERIOR.

Las vacaciones son sinónimo de descanso, aunque a veces el trajín que elegimos cuando decidimos hacer un viaje haga pensar en lo contrario. Pero el descanso no tiene porqué ser solamente físico, ya que en los tiempos que corren es casi más importante descansar la mente y desconectarla de la vorágine diaria que dejar el cuerpo a pleno relax.
Afortunadamente muchos de vosotros, seguidores de este blog, también estáis interesados en mi otro blog sonlasfotografiasdemisviajes.blogspot.com, en el que publico fotografías de mis viajes, a través de las cuales os invito a viajar conmigo y a ofreceros la posibilidad de trasladaros al lugar y al momento de cada captura y compartir juntos las experiencias vividas, mediante mis palabras. Por lo tanto, ya sabéis a qué tipo de veraneante me apunto: el viajero, con poco reposo para el cuerpo y gran desconexión para la mente.
Pero esta inclinación no impide que pueda soñar en las decoraciones que me gustaría encontrar en mi lugar de vacaciones soñado.
Si mi elección fuera una casita en el campo, lejos del mundanal ruido y de cualquier pueblo o ciudad, más bien un cottage en Bretaña, Provenza o Cornualles, me encantaría contar con un lugar de reposo y lectura como éste. Es tan encantador!
Fácilmente realizable mediante dos palets, esta cama exterior, cuyo encanto reside en los textiles tan cuidadosamente elegidos y los pequeños farolillos para velas, también DIY, invita a largas siestas, lecturas pausadas y conversaciones en pareja.

Via. KKno