jueves, 1 de septiembre de 2016

COMER BIEN TIENE SU SECRETO

Descansar es uno de los placeres que todos buscamos en nuestras vacaciones. Unos elegirán un lugar de relax, silencio y contemplación que permita que su cuerpo castigado por la rutina y las prisas tome el aliento necesario para continuar un año más con los quehaceres diarios. Otros, por el contrario, buscarán unos días de ejercicio intenso en los que cansar el cuerpo y relajar la mente sean el objetivo principal, favoreciendo que, al final del día el sueño reparador les acompañe por muchas horas.
Pero sin duda, algo que también buscamos es comer bien, darnos algún que otro capricho, ya sea en el restaurante, posada o chiringuito, o simplemente en casa, cocinando en familia y haciendo platos que generalmente no disfrutamos por las prisas y los comedores escolares o el ajetreo laboral. 
Los que más difícil lo tienen son los viajeros, cuya aventura lleva asociada, ineludiblemente, la  experiencia culinaria propia de probar sabores y cocinas de lugares exóticos y a veces muy distintos. Pero es una parte del encanto de viajar y de descubrir lugares nuevos.
Tengo una manía. Como no soy de muy buen comer, me gusta que los alimentos estén servidos de forma que me agraden a la vista. Como decía mi abuela, "menges més pels ulls que per la boca" (comes más por los ojos que por la boca). Por eso, tiene gran importancia a la hora de sentarme a la mesa que los platos, cubiertos, vasos, cuencos, copas, servilletas, manteles, etc. sean bonitos, y que cada alimento se sirva en los recipientes adecuados. No me sabe igual.
Por eso me encantaría haber alquilado esta cabaña de vacaciones y encontrarme con ese despliegue de vajilla en la cocina: Platos, cuencos, ensaladeras, jarritas de leche, teteras, tazas de café, de té, hueveras, bases para pasteles, fuentes... Maravilloso! 
Por cierto: no pertenecen todas las piezas a la misma vajilla ni tienen por qué, en ello reside todo su encanto.

Via: Country Chic